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martes, 24 de septiembre de 2013

DONDE COMEN DOS, COMEN DIEZ MIL.

Cierta vez estaba en busca de trabajo y este no se dejaba encontrar. Siendo escritor y productor de TV, uno no busca en los clasificados del periódico y allí aparece. Los canales estaban repletos, las productoras en recesión y yo no tenía dinero ni ofertas de trabajo ni siquiera a mediano plazo.

No sabía qué hacer así que oré y le pedí a Dios que hiciera un milagro y “sacara trabajo de la roca” y me dispuse a darle lo único que tenía para que El lo usara…

No es que estuviera teniendo una revelación novedosa de cómo actúa la fe ni que me encontrara aplicando las reglas del best seller cristiano de moda. En realidad el pensamiento fue mucho más terrenal, casi visceral: pensaba en lo rico que es el pan.

Resulta que cuando Jesús ya iba avanzado en su ministerio estaba teniendo más seguidores que Justin Bieber (en el contexto de la época) y sus fans lo siguieron desde el lago de Galilea hasta una colina y claro, no había puestos de tacos en esa época porque los romanos no le daban visa a los latinos y entonces la gente tuvo hambre.

Había como diez mil almas allí (contando hombres, mujeres, niños, suegras y alguna que otra mascota) y Felipe calculó que había que trabajar como ocho meses para que cada uno de los presentes comiera solo un bocado. Y creo que se quedaba corto. Hagamos un cálculo rápido: Si hubiesen tenido una tonelada de pan a disposición (O sea mil kilos) Tan solo les hubieran tocado cien gramos a cada comensal. Felipe estaba en lo correcto: no había modo.

El hermano de Pedro tuvo otro ángulo para aportar y trajo a un niño que tenía cinco panes y dos pececitos. Imagino la cara de Felipe…



Quizá el único que intuía lo que debía hacerse era el niño. Él simplemente le trajo lo que tenía al único que podía cambiar la ecuación (Porque Jesús mismo inventó las matemáticas)

Así que Jesús tomó lo que había y dio gracias.

Que cuadro diferente al que vivimos a diario, ¿no? ¿Cuántas veces estamos faltos de tantas cosas y nos pasamos el día quejándonos en vez de agradecer a Dios lo que si tenemos?

Jesús dio gracias, tomó el pan y lo partió.




En la escuela, cuando vemos biología, nos enseñan sobre la "Mitosis": es el proceso de división celular o proceso de multiplicación celular que participa en el desarrollo del organismo. En palabras más simples: Una célula se parte y da origen a dos células iguales.
En una especie de “mitosis celestial” Jesús procedió a partir el pan y los peces y todos los que estaban allí fueron agarrando pedazos de pan y peces hasta que se llenaron. Nuevamente haciendo un cálculo aproximado: Si para llenarse cada uno comió un promedio de trescientos gramos de pan y peces, quiere decir que de esa canastita, con esos cinco panes y dos peces salieron al menos cinco toneladas de comida (sin contar los sobrantes)

Hay algo que activa el proceso de fe cuando Dios nos pide que pongamos alguna cosa, por pequeña que sea, en Sus manos para que Él obre. No es que Dios necesite de lo que podamos aportar, claro, pero creo que Dios lo pide para que ese proceso de fe se haga efectivo en nuestro corazón:

Cuando la viuda se quejó con el profeta Elías que ya no le quedaba casi nada que comer, Él  le pidió que pusiera lo poquito que le quedaba.

A cierto hombre que tenía una mano paralizada, Jesús le pidió que la extendiera.

A un ciego lo mandó a lavarse  un estanque.

Pequeños actos que desencadenaron milagros en las vidas de estas personas. ¿Por qué? ¿Acaso Dios no podía bendecirlos sin que ellos hicieran eso a cambio?

Y que tal esta escena: Jesús se dispone a resucitar a Lázaro y le pide a los que están allí que remuevan la piedra que tapa el sepulcro. ¿Por qué? ¿Es mas difícil caso remover una piedra que dar vida a un cadáver putrefacto?

Algunos dudaron “Señor, hiede ya…lleva tres muerto” pero finalmente quitaron la piedra y vieron la Gloria de Dios.

La Biblia dice que la fe sin obras está muerta. La fe demanda acción. Una acción que está sustentada por esa fe.

Cierto famoso equilibrista del siglo pasado cruzó varias veces las cataratas del Niágara sobre una cuerda. Cientos de admiradores se reunieron para aplaudir su hazaña. Después de dos o tres viajes sobre las cataratas, este hombre les pregunto: “¿Creen ustedes que puedo pasar de un lado a otro cargando un hombre sobre mi?”  La multitud grito: “Siiiiiiiiii” Y Él  preguntó: “Muy bien…¿Quién se sube primero?” Nadie volvió a responder.

Si creemos, actuamos y cuando  actuamos en base a que creemos, es cuando vemos manifestarse la creencia invisible en una respuesta visible.

Los panes y los peces simbolizan nuestra acción en base a la fe en Dios. Alguien entregó lo que tenía para comer porque creyó en Jesús. La viuda entregó toda su harina porque creyó en el Dios de Elías. Un ciego fue a lavarse a un estanque común y corriente porque creyó que Jesús no era un hombre común y corriente y lo pudo constatar con sus propios ojos.

Y yo…Pues yo tenía hambre, no tenía trabajo en mi profesión y no tenía dinero para ofrecer, ni harina, ni estanque, ni nada. Solo tenía un par de zapatos bajo un par de piernas dispuestas y eso le di a Jesús.
Creí en Dios y salí a caminar por la ciudad de Lima sin rumbo, creyendo que Dios me daría lo que necesitaba. Caminé y caminé hasta llegar a un barrio en el centro adonde no había más que academias de peluqueras. Empezaba a imaginarme con las tijeras en la mano cuando, literalmente, tropecé con un hombre que me reconoció porque nos habían presentado mucho tiempo atrás.

Este hombre trabajaba como corresponsal periodístico para Usa y estaba cubriendo la toma de la residencia del embajador de Japón por un grupo terrorista. Mientras me contaba sobre la situación de algunos cristianos rehenes en esa casa, le conteste algo en inglés en un punto de la conversación.
Allí se detuvo y me pregunto: ¿Hablas inglés?
Le dije que sí.
Me preguntó: ¿Estás trabajando?
Le dije que no.
Me preguntó: ¿Te interesa un trabajo?
Le dije que sí. Me dio una tarjeta con una dirección y me dijo que me presentara al otro día. Así lo hice y de pronto estaba rodeado de corresponsales y productores de todo el mundo junto a la residencia tomada por los terroristas. Ese día me contrataron como productor periodístico para la BBC News en coordinación con la Nippon Television.

Si yo hubiera tomado el camino de la lógica, hubiera gastado todo el día en recorrer los mismos canales y productoras otra vez con el mismo resultado. La confianza en Dios me llevó a entregar lo único que tenía (mis piernas y el tiempo) para que Dios organizase una entrevista laboral en un barrio desconocido con quien me abrió puertas increíbles.


Así como una pequeña llave abre una gran puerta, nuestra ofrenda o acción de fe abre las posibilidades ilimitadas de traer el reino invisible de Dios a la tierra para que actúe en nuestro beneficio.
Si lo que pedimos está en la voluntad de Dios y no dudamos (Y en la entrega de nuestros panes y peces esta la firma que no dudamos) lo recibiremos. Dios no miente, Dios no falla y Dios puede multiplicar su bendición hasta que sobreabunde, como ocurrió ese día en aquel monte donde la comida de dos alcanzó para diez mil. Y donde el vendedor oficial de canastas se hizo el día porque le compraron doce para llenarlas con las sobras de cinco panes y dos pececitos.

Pablo David Monlezun



Con mis colegas de Nippon Television disfrutando el regalo que Dios me dió
por mis panes y peces

REFERENCIAS BIBLICAS:

JUAN 6

MARCOS 6

LUCAS 6

1 REYES 17


JUAN 9


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