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miércoles, 31 de julio de 2013

A MI MANERA


Unos de los últimos temas que interpretó el cantante Elvis Presley en un concierto antes de morir se llama “A mi manera”.  Esta es una versión escrita por Paul Anka de un tema francés que nada tiene que ver con la versión americana. Es una especie de himno, popularizado por Frank Sinatra,  que dice básicamente que “hice las cosas como quise y me haya ido bien o mal, hice las cosas a mi modo”.
Elvis murió al poco tiempo de haber cantado esta canción. Falleció de un paro cardíaco a los 42 años. Su corazón ya no resistió después de mucho tiempo de abuso de drogas por parte de su dueño.  Fue el precio que pagó Elvis por vivir "a su manera".




Cierta vez estaba yo en Lima. Había acabado mis quince minutos de fama en la tele y  la música rock y caminaba por la Av. Javier Prado con pocos soles en el bolsillo y sin saber cuál sería mi próximo paso, cuando Dios me dijo claramente en mi mente “Quiero que traigas al grupo de rock Torre Fuerte y organices un concierto con ellos”.

A los Torre Fuerte (grupo cristiano de jazz rock formado en ese entonces por los Hnos. Hermosillo y Álvaro López Jr., todos ex músicos de Luis Miguel) los había conocido en mi programa de TV y me habían impactado por su talento, humildad y devoción a Dios. Entusiasmado por la tarea que me pedían, me puse manos a la obra y contacté a tres personas para que se unieran a mi causa: al dueño de una agencia de publicidad, a su ejecutiva de cuentas y a un misionero Guatemalteco que conocía bien al grupo.  Enseguida pensé “Esto será fácil. Con mis contactos voy a hacer que varias empresas patrocinen el evento y será un éxito”.
Decidí hacerlo “A mi manera”.

Unos meses después, se unió al evento la cantante Yuri que recién había entregado su vida a Jesús. Ahora todo cambiaba y necesitábamos expandir el evento a un estadio o domo. Los costos se triplicaron, pero yo decía con toda la fe: “No importa, porque estoy por cerrar con tal refresco o tal empresa y todos los gastos serán patrocinados” .










               Torre Fuerte


 Yuri

A dos días del evento, debíamos más de 30,000 dólares. No había patrocinadores. No se habían vendido ni el diez por ciento de entradas. Me dije: “No importa, voy a meter a Yuri desde dos días antes a un tour de prensa y vamos a vender todos los boletos”
Lo iba a solucionar “A mi manera”.

Yuri perdió el vuelo y llego el día anterior al evento, sin tiempo para mucha prensa. Para colmo de males, los medios habían ido el día anterior a la conferencia y, al ver la ausencia de la mexicana, dudaban de la veracidad del concierto. La noche anterior al evento me había dado cuenta los errores que había cometido  y todo vaticinaba que, un evento grandioso que había salido del corazón de Dios, iba a acabar en desastre porque yo quise hacer "a mi manera"…

Quizá esa canción se pudo haber inspirado en Naamán.

Naamán era un General sirio. Tenía la fama de haber ganado batallas, tenía el afecto y favor de su Rey... y tenia lepra. 
Una esclava hebrea le contó a la mujer del Rey que el profeta en Israel podía sanar al General de su aflicción. El Rey de Siria envió a Naamán con el profeta Eliseo.
Naamán fue, con su carro y sus caballos, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. El profeta envió un mensajero que le dijo al General: “Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra”
Naamán se enfureció, y se fue diciendo:

Yo pensé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a mover su mano sobre la parte enferma, y que así me quitaría la lepra. ¿No son los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber ido a lavarme en ellos y quedar limpio?

Naamán se enfureció porque Eliseo no lo curó a la manera de Naamán. Este ya tenía en su mente descrita la manera en que el profeta iba a sanarlo, pero…¿Acaso el profeta no sabía mejor que se necesitaba para sanar al sirio que este mismo?



Río Jordán

Ocurre que el problema de Naamán no era la lepra, ni el de Elvis las drogas, ni el mío el no poder conseguir patrocinadores para el evento. Nuestro problema era el orgullo.
El orgullo es uno de los peores enemigos del hombre. Nos ciega, nos miente, nos mete en problemas y nos mantiene alejados de la solución de los mismos.

Eliseo lo sabía y por eso ni siquiera salió a recibir al sirio. Cuando su criado le dijo a Naamán que hacer para quedar limpio, las palabras del enfurecido Naamán confirmaron su problema de orgullo, porque este  estaba acostumbrado a hacer todo "a su manera".

Es muy difícil dejar que Dios nos transforme a través de una pared de orgullo. El orgullo nos quita los ojos de la realidad. Nos impide ver nuestra necesidad de Dios. Por eso Dios nos recuerda en Su palabra todo el tiempo que tengamos cuidado con no caer en esta debilidad de carácter, porque nos hace fácilmente olvidar nuestro lugar y las bendiciones que Dios nos da.

Lo contrario al orgullo es la humildad. Esta pone nuestro corazón en las manos de Dios para que este pueda trabajar en él. El mayor ejemplo de humildad lo obtuvimos de Dios mismo: Jesús, el Rey de Reyes y Señor de Señores, nació en un humilde pesebre, hijo de un humilde carpintero e hizo solo la voluntad de su Padre hasta su humillación más sublime muriendo en la cruz para salvarnos.

Cuando se quita el orgullo, podemos sintonizar con Dios. Cuando Naamán lo comprendió y se dejó tratar por Dios, su corazón cambió y fue capaz de decir algo como esto al profeta:
“En ese caso permite que me lleve dos cargas de mula de tierra de Israel; porque este servidor tuyo no volverá a ofrecer holocaustos ni sacrificios a otros dioses, sino al Señor”

Solo la misericordia de Dios nos puede salvar del desastre que el orgullo trae a nuestras vidas. Yo he tenido que lidiar toda mi vida con ese problema (Quizá el ser argentino me ha predispuesto genéticamente un poco a este mal…quien sabe) pero la gracia de Dios me motiva a trabajar día a día para vivir como Jesús vivió.

Y esa gracia me salvó muchas veces de malas decisiones provocadas por el orgullo, lo que me lleva de nuevo a la noche previa al evento de música que Dios me había pedido que produjera…

Esa noche entendí mi error (especialmente al ver a mis socios que se querían arrojar desde la azotea porque debíamos mucho dinero y no había manera de recuperarlo a estas alturas) Luego de entender, Dios me dio la paz de saber que El se haría cargo de la situación que yo había creado.

A la mañana siguiente, aunque casi no había habido promoción y cierta prensa había insinuado que el evento era un fraude, cientos de personas corrían al estadio a comprar su boleto. 

Esa noche, el Coliseo Amauta se llenó con más de 15.000 personas y quedaron como 2.000 afuera sin poder entrar. Muchos conocieron a Jesús allí y todas las cuentas quedaron saldadas y yo aprendí lo que Elvis no pudo aprender: que las cosas siempre funcionan cuando las hacemos a la manera de Dios, porque es a la manera de Su voluntad y Su voluntad siempre es buena, agradable y perfecta.

Pablo David Monlezun



Concierto de Torre Fuerte y Yuri en el Coliseo Amauta. 
Todo el éxito de ese evento tuvo un solo responsable: Dios

REFERENCIAS BÍBLICAS:

2 REYES 5
DEUTERONOMIO 8
1 SAMUEL 2
PROVERBIOS 11
ROMANOS 1
FILIPENSES 2
SALMOS 10

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sábado, 27 de julio de 2013

HACIA LA LUZ


Hace un tiempo, la brigada de rescatistas de animales  “Hope for Paws” recibió una llamada acerca de un perrito abandonado en mal estado en un estacionamiento al sur de Los Ángeles. Llegaron al lugar y al principio no vieron señales de ningún animal en la zona. De pronto, algo pequeño se movió entre un montón de basura. Cuando los rescatistas se acercaron, descubrieron a una pequeña Poodle escondida entre trapos mugrientos y viejas escobas. 




Estaba  desnutrida, sucia y pulgosa. Y estaba completamente ciega.




El animalito se  había atrincherado en medio de la oscuridad que siempre lo rodeaba para protegerse de la lluvia y de los perros más grandes. Incapaz de abandonar su escondite por miedo, incapaz de ver para procurarse alimento, se había acurrucado a morir de hambre…Y así lo encontraron.

A unos miles de kilómetros y años del pequeño Poodle, otro ciego no la pasaba mucho mejor. Su nombre era Bartimeo.
Bartimeo estaba  ciego y como también era muy pobre, no podía valerse por si mismo. No podía trabajar. No tenia ninguna utilidad en al sociedad judeo-romana de la época. Solo podía mendigar y esperar misericordia de los viajantes que pasaban por allí. Ese camino, que iba de Jerusalén a Jericó, era peligroso y abundaban los bandidos. Bartimeo tenía que enfrentar cada día el temor de ser asaltado, golpeado, de pasar hambre, de volver sin nada, de ser olvidado.




A Bartimeo solo lo cubría una humilde capa: un trozo sucio de tela que a su única protección contra el frío, contra los depredadores y contra los asaltantes. Este ciego vivía en un mundo de oscuridad, temor y desaliento a los que estaba condenado hasta su muerte.

Nada hubiese cambiado su vida hasta aquel  día especial. Ese día había muchos más peregrinos que de costumbre en el camino porque la Pascua estaba cerca. Pero estos caminantes andaban alborotados y curiosos porque Jesús, el maestro, estaba pasando por ahí. Bartimeo ya había oído a los caminantes hablar sobre Jesús y sus milagros. Desde hacía un tiempo no había día que alguien no pasara comentando sobre Él. Y lo que más había atraído su atención era aquel comentario sobre que Jesús había abierto los ojos  a un ciego de nacimiento. ¡Le había abierto los ojos! ¡Y a un ciego de nacimiento! Bartimeo recordó ese sueño que había tenido noches antes, aunque las imágenes eran borrosas, en su sueño veía otra vez…veía los olivares, veía las fuentes, veía el templo…veía…

Casi no se dio cuenta cuando la capa se le cayó al levantarse.
Trato de orientarse por el ruido hacia el área adonde todos iban tras Jesús. De pronto había olvidado su miedo, tanto como había olvidado su capa y las escasas monedas que en ella guardaba y avanzó a tientas. Tropezó con peregrinos que lo empujaron pero Bartimeo dio otro paso tambaleante hacia el alboroto hasta que notó que este se alejaba de él, así que, entre el ruido del gentío alzó la voz y gritó con todas sus fuerzas: ¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mi!
A su lado algunos se rieron, otros  le ordenaron que se callase porque querían oír lo que pasaba adelante. Bartimeo aunque era ciego, se hizo el sordo a sus reclamos y grito más fuerte, poniendo toda su energía, toda su fuerza, toda su vida en un alarido desgarrador : ¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de miiiiiiiiiiiiiiiii! 

Y ese último grito hizo que el rescatista de la humanidad se detenga.

Los que antes callaban al ciego fueron abriendo paso hasta que quedo formado un camino libre entre el mendigo ciego y Jesús. Bartimeo lo entendió porque el ambiente a su alrededor había cambiado de pronto. Alguien lo tomó de un brazo y lo levantó del polvo y le dijo: “Ten confianza, levántate, Te llama” 

Y Bartimeo se dejó conducir. Depronto, era el nuevo personaje central de todo lo que estaba pasando. Cuando se detuvieron, no necesitó que le digan que Jesús estaba frente a él. No podía verlo pero sabía ante quien estaba. Entonces oyó su voz confiada, tejiendo las palabras que Bartimeo alguna vez soñó escuchar: 

¿Qué quieres que te haga?”

La muchedumbre alrededor calla expectante…algo va  a pasar.

Bartimeo alguna vez fantaseó con lo que pasarla si alguien se compadeciera de él y le ofreciera una proposición semejante y había soñado con lo cómoda y segura que se volvería su vida si alguien le diese oro o si simplemente un rico le permitiese vivir en el patio de su casa. Ahora, Bartimeo solo tenía un momento para salir de su estupor y las palabras fluyeron de su boca sin que las pensase siquiera:


“Mi gran maestro…(Rabbouni)...”
“Que recobre la vista”

¡Y de inmediato, sus ojos volvieron a ver!

Como el pequeño e indefenso Poodle, como el desalentado y pobre Bartimeo, millones estamos ciegos, pobres y desamparados. 
Sin nadie que nos abra los ojos de la fe y  del espíritu, buscamos cosas donde acurrucarnos. Ideales de seguridad que de pronto se desvanecen ante una dificultad y nos muestran lo vulnerables que en realidad somos.






Como ciegos que pretendemos ver, tropezamos unos con otros y corremos tras el ciego que dice tener la mejor visión, solo para darnos cuenta más adelante que todos estamos cayendo en el mismo agujero al seguirle.







Pero de pronto, la luz se acerca. No sabíamos donde y como buscarla, pero ella nos buscó a nosotros. 
Así como los rescatistas buscaron al perrito hasta su madriguera en medio de la basura y el orín, Jesús también fue hasta el lugar adonde Bartimeo mendigaba y así busca hoy a cada ciego de espíritu para abrirle los ojos.

Los medios nos ciegan. La codicia nos ciega. El placer nos ciega. Vivimos en la oscuridad y en medio de ella perseguimos falsos faros que nos prometen navegar por aguas seguras y llegar a buen puerto pero como falsas señales que son, solo acaban llevándonos al desastre. 

Necesitamos que Jesús nos abra los ojos a la verdad, necesitamos que nos de ojos de amor hacia los demás, ojos de compasión, ojos de fe que puedan ver  Su reino invisible actuando a nuestro favor, como Elías vio los carros de fuego que le protegían.

 ¿Cuantas veces hemos tropezado por no ver y acabamos  heridos, adoloridos y frustrados? Necesitamos sanar de todas las heridas que recibimos por nuestra ceguera,lo que me  lleva de nuevo a nuestra perrita…

Los rescatistas se la llevaron, la curaron de sus infecciones, le dieron de comer hasta que ganó peso y la llevaron con un doctor. Este, confirmó su ceguera pero les dio la buena noticia que podía devolverle la vista en un ojo con cirugía







                  ¡HABEMUS DOCTOR!











Al otro día, después de muchos años, mucho miedo y mucho dolor, la perrita volvió a ver. Algunos días después fue adoptada por una familia que la sigue amando...





¡Nosotros también hemos sido adoptados por Dios! Ya no tenemos que escondernos, ya no hay que temer, ya no hay oscuridad porque Dios es luz. Jesús, la luz del mundo, es un guía confiable a quien podemos seguir día a día. Dejémonos sanar, dejémonos amar por Dios y veremos cosas maravillosas. AsÍ como un bondadoso doctor curó a una perrita abandonada, así Jesús que por sus heridas ganó nuestra sanidad, nos curará las heridas y andaremos en la luz.

En cuanto a Bartimeo, volvió a ver y ya no necesitó de su capa...
¡Estaba demasiado ocupado para regresar por ella porque iba siguiendo a Jesús por el camino!

Pablo David Monlezun

(Si quieren ver el emocionante vídeo de como Hope for Paws rescató a la perrita ciega, pueden ir a: http://www.youtube.com/watch?v=rr_U3qgNc2o )

REFERENCIAS BÍBLICAS:

MATEO 20

LUCAS 18

MARCOS 10

JUAN 8

MATEO 9

2 REYES 2

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miércoles, 24 de julio de 2013

HOLA! ADIÓS!


El pequeño Walter Joshua Fretz llegó al mundo, estuvo por aquí ocho minutos y se fué.
Walter tenía 19 semanas de gestación cuando su madre tuvo una perdida y pocas horas después,  lo daba a luz prematuramente.

Walter nunca lo iba a lograr. No estaba listo. No hay maquina médica lo suficientemente compleja como para reemplazar el vientre de su madre por dieciséis semanas más. Los médicos les dijeron a los Fretz que Walter solo viviría unos minutos.  Pudieron ponerlo en una incubadora y soñar en alargar el encuentro unos minutos más, viéndolo desde el otro lado del vidrio, pero decidieron hacer otra cosa…

Sabiendo que Walter solo viviría unos minutos, decidieron tratarlo como el bebé que hubiera sido cuatro meses más tarde. Y ese niño que aún no estaba formado, cuya piel aun no lo abrigaba y cuyos ojos nunca verían este mundo, sintió el calor del pecho de su madre, sintió las lágrimas de su padre mientras sus deditos inconclusos se cerraron sobre los de sus progenitores.






Ocho minutos duró la reunión familiar y Walter partió a encontrarse con Su Creador.

Su familia decidió compartir las fotos del encuentro con un propósito: celebrar la vida. Compartieron esos dolorosos momentos con la esperanza de que alguien que estuviera a punto de cometer un aborto, lo reconsiderase.


Y es que, en este mundo donde todo se vuelve barato, pirata, devaluado, es fácil olvidar que la vida sigue siendo el valor más importante.

A veces nos parece que la vida pierde su valor en países en guerra adonde decapitan a los prisioneros unos y bombardean ciudades indefensas los otros…O creemos que es en ciudades de tercer mundo donde la droga impera y los jóvenes sienten que es mas atractivo convertirse en asesino adolescente que en abogado. Pero en muchos, muchos lugares adonde no importa si es tercer o primer mundo, adonde hay educación y trabajo y bienestar, se asesina a miles de inocentes cada semana…

En contraposición con el escaso valor que muchas personas le dan a una vida (Quizá porque les parece que entre seis billones de humanos, uno que otro que muera no hará mucha diferencia) Dios valora tanto cada vida (sin importar raza, posición social, nacionalidad) que envió a su único hijo a morir por cada una de esas vidas y así, establecer una relación eterna con cada una de ellas.

Si la vida de  un hombre o mujer adultos carecen de valor ante un asesino que no vacila en cometer un crimen sin importar suplicas o consecuencia ¿Cuánto menos puede valer un embrión que aun no desarrolla características faciales, nombre o puede hablar para defenderse o que no puede generar dinero, ser sujeto de crédito o tener relaciones en altas esferas?

Se que el tema es escabroso según ciertas circunstancias. ¿Cómo convencer a una mujer que ha sido violada que de a luz el fruto de un acto horrendo que le recordara a cada minuto a quien la violó? Por otro lado ¿Qué hacer cuando el feto amenaza seriamente la vida de la mujer que lo lleva en su vientre?

Un embrión. Una diminuta semilla…

Sin embargo, Dios puso en cada semilla la capacidad intrínseca de volverse un árbol frondoso según su especie. También puso en cada embrión algo invaluable, único, que solo El podía darnos…un espíritu eterno y un propósito único embarcado en Su voluntad.

Hace unos años, muchos años, a cierto faraón se le ocurrió que el número de  esclavos hebreos habían crecido alarmantemente y amaneraba su país. Como no quería quedarse sin mano de obra gratuita, le perdonó al vida a los adultos pero decretó que todos los niños menores a dos años fueran sacrificados. Por todo Egipto se oyeron los gritos de las madres que iban perdiendo sus niños. Cierta madre hebrea decidió que este no sería su caso y puso a su pequeño Moisés en una canasta y lo depositó en las aguas del Nilo. No parecía mejor destino que la muerte a manos de un soldado pero ella sabia que Dios podía mover las circunstancias a favor del niño si el quería…Y El quiso. Ese niño cuya vida no valía nada, acabó a las puertas de la casa del mismo hombre que lo había condenado a muerte y fue adoptado por su familia para, años mas tarde, descubrir a la luz de una zarza ardiente que no se consumía, que su Salvador lo enviaba a rescatar a Su pueblo…

Unos años después, muchos años después, no demasiado lejos de ahí (Bueno, si lo vemos desde la perspectiva de Google Maps) otro gobernante decidió usar la táctica de faraón y arrasó con al vida de todos los niños menores a dos años de la región porque supo que vendría el Mesías y no quería compartir su trono con él. Una simple muchacha y un carpintero pobre huyeron con su primogénito cuya vida había perdido todo valor a los ojos de los hombres y este  acabo naciendo en un humilde pesebre entre el olor a orín de burro y humedad de paja.

Ese niño sin valor salvó a la humanidad.

Todos tenemos un propósito y el mismo valor delante de Dios. El que nació para ser presidente de los Estados Unidos y el que nació para pastorear vacas en Kenia valen lo mismo ante El.

Yo no debí de haber nacido. Según mi papa me dijo alguna vez: “El condón tuvo una rotura y así aparecí yo” No fui buscado. Por muchos tiempo, inconscientemente viví bajo esa expectativa y no encontré valor en mi vida. Años después, estaba solo en un cuartito de una  casa en Lima, Perú, tratando de ponerle melodía a un Salmo que había encontrado en la Biblia (Soy músico) cuando leí estas palabras (Versión moderna):

“Dios mío,
Tú fuiste quien me formó
en el vientre de mi madre.
Tú fuiste quien formó
cada parte de mi cuerpo.
Soy una creación maravillosa,
y por eso te doy gracias.
Todo lo que haces es maravilloso,
¡de eso estoy bien seguro!
Tú viste cuando mi cuerpo
fue cobrando forma
en las profundidades de la tierra;
¡aún no había vivido un solo día,
cuando tú ya habías decidido
cuánto tiempo viviría!
¡Lo habías anotado en tu libro!
 Dios mío,
¡qué difícil me resulta
entender tus pensamientos!
¡Pero más difícil todavía
me sería tratar de contarlos!
¡Serían más que la arena del mar!
¡Y aun si pudiera contarlos,
me dormiría, y al despertar,
todavía estarías conmigo!”

Sentí que mi alma nacía ese día. ¡Yo no había sido un error de cálculo! ¡Dios me formó para algo! Y desde ese día, pasara lo que pasara, aún cuando yo pudiese fallar una y mil veces, entendí que tengo un lugar en el mundo, un asiento reservado con mi nombre…

Cuando atentamos contra un embrión, atentamos contra la voluntad misma del Creador que esta junto a  ese embrión.

La vida vale, es un milagro de por si y es irrepetible. La Tierra es un lugar de un equilibrio físico y químico exacto para que esta se desarrolle. No puede ser imitada. Frankenstein no existe. Nadie puede traer vida de la nada. Quien intente imitar la explosión del Big Bang e intente sacar vida de eso, solo obtendrá destrucción y caos. La vida es un regalo único de nuestro Creador.

Y la vida es para vivirla, así de simple. El mundo de hoy intenta que hagamos un aborto espiritual, un aborto de fe, un aborto intelectual, un aborto de planes y proyectos porque ¿Para que esforzarnos si no valemos nada? Ante este pensamiento, millones de jóvenes, adultos y ancianos se vuelven suicidas en vida, zombies caminantes sin propósito ni destino, indiferentes ante lo que pasa a su alrededor…las horas se vuelven días, los días meses y los meses años y engañados por la propaganda de Faraón y Herodes, caminan rectamente hacia su epitafio sin defenderse, sin luchar…

¡Si conocieran el precio que tiene su vida! ¡Si supieron que Dios los creó con un propósito único y especifico y se gozó en lo creado tanto que puso en la cruz lo más preciado para salvar esas vidas¡

Así como ese bebé hebreo flotando entre los cocodrilos del Nilo tuvo un propósito. Así como ese bebé judío durmiendo al calor del aliento de unos animales tuvo el mayor y más grande propósito de todos, así todos formamos parte de un gran libro cuya trama siempre se desarrolla hacia delante por que Su escritor nunca deja de escribirlo.


Walter solo vivió ocho minutos y partió al encuentro de Su creador. No se graduó, no será presidente, no será el mayor consumidor del sistema de este mundo, pero sus ocho minutos tuvieron sentido y valor. Inspiró a sus padres y el acto de estos inspiró a miles más, entre los cuales, quizá, hubo uno solo que, tras conocer la historia de Walter,  desistió de quitar una vida.

Para ese ser humano que aún no nace,  la llegada de Walter tuvo todo el sentido del mundo.

Pablo David Monlezun


REFERENCIAS BÍBLICAS:

SALMO 139

ÉXODO 1

LUCAS 2

JUAN 14

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viernes, 19 de julio de 2013

EXTIENDE TUS ALAS

Hay una vieja canción del grupo Queen que se llama “Extiende tus alas” (Spread your wings)  la canción narra la historia de Sammy, un joven que trabaja en el bar Esmeralda barriendo el piso y que un día se plantea si no hay algo  más en su vida. 

De pronto siente que tiene que hacer algo más importante que solo barrer el piso.



La canción cuenta que el jefe de Sammy le replica que se saque esas ideas de la cabeza, que nunca va a llegar a nada y hasta le pregunta ¿Por qué no puedes ser feliz barriendo en el bar? Otra voz, la del cantante, le canta a Sammy: “Abre tus alas y vuela…simplemente porque eres libre”

Hace 20 años que trabajo en el medio televisivo. He pasado por épocas malas y épocas muy buenas, como la mayoría de la gente en sus propias profesiones. No me arrepiento ni un segundo de haber escogido este camino. Desde mi niñez me enamoré de la televisión y su mundo, sin embargo, cuando salí de la secundaria y me preparaba para estudiar la carrera que me acercaba al amor de mi niñez, llegaron “las voces”…

Estas pueden venir de gente mediocre que te quiere detener (Como el jefe de Sammy) o de gente bien intencionada que quiere evitar que te lastimes porque no sienten lo que tú sientes. En mi caso fueron las  voces bien intencionadas de mis padres que me decían que trabajando en televisión me iba a morir de hambre ¿Qué tal si mejor estudiaba primero una carrera que me diera dinero y luego hacia lo que quería? Por escucharlos y acallar mi voz interior, comencé un peregrinaje de carreras que me paseó por la abogacía, profesorado de letras y hasta biología marina (Algo extraño si tenemos en cuenta que siempre reprobé física y química y me mareo en el mar…)

Después de perder cuatro años, estudié la carrera que quería. Terminé de estudiar comunicaciones casi en la misma época que conocí a Dios y conocí la libertad a través de Jesucristo. A partir de ahí podía realmente extender mis alas y volar como Sammy…simplemente porque era libre. 

Por supuesto las voces no se hicieron esperar. Al mundo y su sistema no le gustan que extiendas tus alas y seas llevado por Dios a lugares más altos. Un cristiano mediocre en su fe les funciona aún mejor que alguien que no conoce a Dios, porque ese sería un ejemplo perfecto para desanimar a otros que recién han puesto sus ojos en Jesús.

En la Biblia hay muchos ejemplos de voces que intentaron cortarle las alas de fe a otros: Le dijeron a David que no podría contra Goliath, le dijeron a Moisés que no podría liberar al pueblo de la opresión del Faraón, le dijeron a Bartimeo que callara cuando este clamaba a Jesús en el camino, le dijeron a Jesús que no podría resucitar a Lázaro porque este ya olía mal…

Extender las alas de la fe no es cosa fácil. Quizá las tuvimos cerradas tanto tiempo que duele desplegarlas. Por otro lado nos obliga a tener un objetivo, un lugar hacia donde volar y eso significa dejar la seguridad del nido, de lo cotidiano, de lo rutinario, del suelo…

Sin embargo, extender las alas es el paso final de la teoría  a la práctica. Como les ocurre a los polluelos de ciertas aves, que son empujados por sus propias madres fuera del nido y, en el aire, es donde deben confiar en sus alas y remontar vuelo.





Hay un lugar en el mundo para cada uno de nosotros. Hay un lugar en la historia que Dios a apartado para que podamos crecer y tengamos un propósito único en su plan. 

En un Transatlántico debe de haber tanto el que barre el piso como el que maneja el barco. Ambos son necesarios. El problema es si tu estas llamado a manejar el barco y te pones mejor a trapear la cubierta.

Si tu lugar es el de barrer el piso y eres feliz allí es una cosa, pero si sabes que estás llamado a otro lugar y acallas ese deseo…tus alas se pudrirán como el maná que no se usó en el desierto.

Porque esa es la voz que vale escuchar: la voz de Dios que te llama a crecer en la fe. 

Luego que  los discípulos se encontraron en el camino con Jesús resucitado se decían “¿Nos ardía nuestro corazón cuando caminaba con nosotros y nos explicaba las Escrituras?” La Palabra de Dios contagia pasión y fe.

Necesitamos oír la dirección de Dios. Si no sabemos cuándo y hacia donde volar, hay que alejarnos del ruido por un tiempo, como Jesús lo hacía y orar. Dios nos mostrará nuestras alas y nos dirá para qué sirven y el fuego de la fe nos empujará fuera del nido hacia el camino señalado.



Cuando acabé la secundaria, mi primer trabajo fue de ayudante de barman en un bar de un club. El barman era un español cuyo mundo era ese bar y amaba la rutina del mismo. Alguna vez le conté de mis aspiraciones televisivas y me dijo que me olvidase de eso y que si me aplicaba, algún día  podría ocupar su lugar...

Yo escribo esto a 11.000 km de ese bar. Llevo 20 años en mi profesión y esta me ha dado muchas satisfacciones y llevo 20 años siguiendo a Dios y El nunca ha dejado de llamarme a volar. Abrir las alas de la fe no siempre ha sido fácil y no han faltado las tormentas que amenacen el vuelo, pero siempre que volé, llegué a destino.

Como le aconsejaron a Sammy: abramos nuestras alas, simplemente porque somos libres de hacerlo. Jesús compró nuestra libertad...¡y las alas viene incluidas!

Pablo David Monlezun




                                     Spread your little wings and fly away 

REFERENCIAS BÍBLICAS:

ISAIAS 40

LUCAS 24

1 SAMUEL 17

EXODO 14

MARCOS 10

JUAN 11

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miércoles, 10 de julio de 2013

MARTINA Y EL BAÑO

No se si a todos los perros les guste bañarse. Sé que hay razas que si les gusta el agua como el Labrador o el Golden Retriever. No sé a todos los Poodle les guste bañarse, pero sé que definitivamente a Martina no le gusta.


YO: MARTINA VUELVE ES SOLO UN BAÑOOO!!!!
                                       MATINA: QUE NOOOOOOOOOO!!!!! 

Cada vez que decidimos bañarla en la casa y Martina lo nota, comienza la persecución por toda la sala. Por suerte es una Poodle y una vez que la atrapamos, su tamaño no le ayuda mucho a zafarse. Pero si antes de esto le preguntásemos si se quiere bañar y Martina pudiera hablar y respondernos (A veces tengo la sensación que sabe hablar pero no tiene nada que decir) nos diría que no. Siempre, invariablemente, no.

                                            EJEMMM, REVISA TU CALENDARIO CHE,
                                          NO ME TOCA BAÑARME HASTA SEPTIEMBRE...


                        MÍRAME A LOS OJOS HUMANO...CAERÁS BAJO MI 
                        PODER HIPNÓTICO...NO QUIERES BAÑARME...NO 
                        QUIERES BAÑARME...

Odia meterse en la bañera, odia el agua tibia, el shampoo para perros, odia todo el proceso de limpieza. Mientras la bañamos trata de escapar como puede y sacudirse el jabón, de modo que el que la baña acaba tan mojado como ella.




TE APROVECHAS PORQUE NO LLEVO
PUESTO MI TRAJE DE KARATE!!!

Una vez seca, una vez que queda limpia, perfumada y con su pelo de alambre esponjado. Martina cae en un “ataque de felicidad”: corre por toda la casa, salta de un mueble a otro, juega con todos sus juguetes a la vez y por un rato, está en éxtasis, como una oruga que, recién convertida en mariposa prueba sus alas y descubre todo lo bueno que esconde el jardín donde vive.

Pero claro, para que toda esta felicidad surja en ella, le toca bañarse primero…

Muchos de nosotros nos convertimos, de vez en cuando en “Martinos” cuando nos toca lidiar con un asunto primordial para un cristiano: el arrepentimiento.

Para algunos el pedir perdón no es algo difícil. Si contamos con una personalidad agradable, cierto grado de credibilidad y algo de facilidad de palabra, pedirle perdón a alguien puede ser algo sencillo. Para algunos el asunto se vuelve peligrosamente cotidiano cuando, cometen una y otra vez los mismos errores y viven pidiendo perdón. ¿Pero cómo puede suceder eso?

La respuesta es que una cosa es pedir perdón y otra es arrepentirse.

Regersando la analogía del baño de Martina: es como si le preguntásemos a Martina si quiere bañarse y ella contestase: “si claro, con mucho gusto” Luego entonces, preparamos el baño, el agua tibia y hasta traemos el pato de hule para que la acompañe en su “doloroso” proceso y le decimos: “¡listo Martina, éntrale!” Y entonces Martina, se da media vuelta y se va sin entrar.

El pedir perdón es una premisa que no vale nada si no nos arrepentimos de lo que nos llevó a cometer ese error. Arrepentirse en es un término militar griego. Significa “Dar vuelta y caminar en dirección contraria” Es una acción y nos indica que debemos cambiar radicalmente lo que estábamos haciendo mal.

Para que esto suceda queda aún un último obstáculo por vencer. Es en este punto donde muchos flaqueamos, nos detenemos, queremos negociar para evitarlo o pedimos ayuda divina que nos abra providencialmente otro camino en medio de la aguas para evitar pasar por esa puerta llamada: “Enfrentar la realidad”.

Para poder arrepentirme genuinamente y dar un giro de 180 grados, necesito establecer adonde estoy parado y el alcance de lo que he hecho mal y el primer paso en el penoso camino del arrepentimiento es aceptar la responsabilidad de lo que hice para así poder hacerlo bien esta vez.

No es un momento fácil. A nadie le gusta aceptar que la regó. Desde pequeños, solemos culpar a otros por nuestros propios errores. Pero ese es un camino que no lleva  a ninguna parte. 
Tarde que temprano nos tendremos que enfrentar a lo que hicimos y es mucho mejor si nosotros somos los que demos el primer paso. No solo por el bien de nuestra relación con la persona ofendida sino para nuestro propio crecimiento y madurez.

Hace unos miles de años el ex solitario Adán la regó comiendo del fruto del árbol del bien y del mal que Dios, específicamente, le había prohibido comer. Adán, en vez de asumir su responsabilidad y buscar a Dios para el perdón y arrepentimiento, corrió a esconderse.

Cuando Dios lo encontró y le preguntó por lo que había hecho (dándole la oportunidad de confesar su pecado, asumir su responsabilidad y hallar gracia) Adán no asumió nada, sino que culpó a Eva y a Dios mismo por ese error. A Eva diciendo que ella le dio de comer ese fruto y a Dios indirectamente  porque le recordó a Su Creador que El le “dio”  esa mujer a Adán…

El posponer el encuentro con Dios no solo trajo a Adán las implicaciones de su error sino, de seguro, una tortura mental y stress al permanecer escondido, temiendo el encuentro con Su Creador.

Unos miles de años más tarde, otro personaje volvió a meterse en problemas. 
Pedro, el discípulo más cercano a Jesús, lo dejó solo durante todo el proceso condenatorio que sufrió. Lo negó tres veces ante sus enemigos, lo dejó solo cuando murió en la cruz…

Días después, Pedro meditaba mientras intentaba pescar en el mar junto con otros pescadores. Había sido testigo de la resurrección de Jesús pero aún no había podido verlo cara a cara. Esa madrugada no habían pescado nada. Igual que el día que Pedro conoció a Jesús…Jesús al que traicionó, al que negó, al que abandonó…

De pronto, alguien les grita desde la playa dándoles indicaciones para que muevan la red de lugar. Obedecen y esta se llena a reventar de todo tipo de peces.

Para Pedro no hizo falta más presentación porque lo mismo ocurrió el día que Jesús vino a él. 
Él había tenido más que suficientes días para reflexionar en lo que había hecho así que tenía clara conciencia de su error. Pero Pedro no corrió a esconderse bajo cubierta ni se puso a pensar en cómo culpar a Satanás y a Judas ni huyó en el barco hacia el otro lado. Pedro no lo dudó un instante y se tiró al agua para nadar a toda velocidad al encuentro del amigo traicionado, del Dios Resucitado.

Y en esa playa bajo la luz del sol naciente Pedro halló perdón, gracia, amor , crecimiento y madurez y nos enseñó una gran lección a todos los que tengamos que lidiar con el arrepentimiento y estemos de pie frente a la puerta de la responsabilidad: corramos hacia ella, nademos hacia ella. No nos detengamos a pensarlo un instante y arremetamos contra ella para atravesarla lo más rápido posible. 
Si sabemos lo que hay que hacer, no le demos un segundo a nuestra mente, a la carne, al enemigo para que nos quiera convencer de hacernos los Adanes y correr tras un árbol.

Quizá el momento sea difícil, quizá sea penoso y hasta doloroso, pero será un momento y luego hallaremos la gracia de parte de Dios para salir del error y la sabiduría para crecer en la experiencia de ese fracaso hasta convertirlo en éxito que guíe a otros. Como alguien dijo muy acertadamente: “El que pide perdón y se arrepiente pasa vergüenza unos momentos, El que no lo hace pasa vergüenza toda la vida

El primer interesado en nuestro arrepentimiento es Dios mismo. El pecado nos separa de Él y nos aleja de la bendición de vivir en Su voluntad. 

No seamos como Martina que le huye a la limpieza  y acerquémonos a Dios  con confianza y dejémonos que nos “bañe” con la sangre de Jesús, nos dé una buena secada con el Espíritu Santo y pronto estaremos saltando de alegría, porque no hay sensación más hermosa que la sensación de ser libres, sabiendo que Él nos hizo libres.

Pablo David Monlezun


                     ASÍ DE LIMPITA, HASTA POR AHÍ CONSIGO GALÁN...


                        NO RECORDABA QUE ERA TAN BLANCA, CHE...
                  ESTO DE LA LIMPIEZA HACE MARAVILLAS AL CUTIS...


REFERENCIAS BÍBLICAS:

Génesis 3

Juan 18

Juan 21

mateo 5:25

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miércoles, 3 de julio de 2013

DE AEROPUERTOS Y VIAJEROS

Los aeropuertos suelen ser lugares donde siempre hay mucha gente que viene y que va. Como es un lugar de tránsito, todo el tiempo se llena de gente que viaja, gente que despide a la gente que viaja, gente que vende boletos  a la gente que viaja...


Cuando llega la noche, los aeropuertos de las ciudades más pequeñas se vacían. Lo que horas antes era un hormiguero de gente se vuelve casi desértico. No es raro ver a la madrugada a algunos pasajeros durmiendo en el suelo  esperando un único vuelo de las 3 am.


Hace unos años conocí a Diego,  esposo de la hermana de uno de mis mejores amigos en Lima, Perú. En esos días, Diego andaba visitando a su cuñado. Según él me contaba, en esa época Dios le estaba enseñando sobre la fe.

A Diego le tocó el vuelo de regreso a su país en la noche. Algo sucedió que hizo que Diego necesitara cincuenta dólares extras para viajar y resultó que no los tenía y no podía viajar si no pagaba esa cantidad en el aeropuerto. Como se enteró de esto cerca de la hora de partida,  ya no tenía tiempo de llamar a su cuñado para que llegase hasta el aeropuerto con el dinero faltante. Y la posibilidad de que Diego se encontrase con un conocido que pudiera darle ese dinero en un aeropuerto casi desierto, a las 11 de la noche ,era casi nula...

Sin embargo “Casualmente” yo estaba a esa misma hora en ese lugar.

En esa época estaba produciendo un concierto cristiano y me encontraba en ese momento aguardando la llegada de los músicos mexicanos. 

Yo recuerdo esa noche como ver el aeropuerto vacío y a un rubio a lo lejos que se me acercaba. Nos reconocemos. Es Diego. Él y yo somos practicamente los únicos en el lugar.

Me cuenta de su problema. Abro mi billetera y checo y veo que “casualmente” solo llevo encima un billete de cincuenta dólares (notarán que el "casualmente" siempre lo escribo entre comillas porque, precisamente, no era una casualidad)

Esa noche, Diego pudo volar y ambos aprendimos algo sobre la fe y lo oportuno que es Dios.



Lejos de Lima, como dos mil años atrás, otro viajero va en camino.
Es un etíope funcionario real de su país. Su carruaje levanta arena en el desierto. No va leyendo el periódico, ni la revista "Times", ni mucho menos la revista "Men´s and Health" que se venden en los aeropuertos  a los viajeros. Va leyendo el libro del profeta Isaías y va acumulando tantas dudas en su cabeza como polvo en su nariz.

“Casualmente” Felipe camina a su lado. El Espíritu Santo lo ha enviado a unirse a la caravana y Felipe está a punto de entender  el porqué. 

Cuando oye al etíope leyendo, se acerca y le pregunta si entiende lo que lee. El Etíope ve la oportunidad de aligerar el viaje con un compañero de charla (Como muchas veces nos pasa en los aeropuertos) e invita a Felipe a subirse al carruaje. 

Felipe lleva al Etíope a través de las Escrituras desde Isaías directo hasta Jesús.

Kilómetros más adelante, las garzas que descansan en un oasis ven con curiosidad como Felipe sumerge al etíope en el agua y este emerge feliz para seguir su camino bautizado.




Dios no envió a Felipe antes que llegara la caravana ni lo envió después que hubiera pasado, lo envió en el tiempo y lugar exactos para el encuentro.

Gandalf, el mago de la novela  “El señor de los anillos” le contesta a Frodo, cuando este lo regaña por haber llegado “tarde” a una fiesta : “Un mago nunca llega tarde ni nunca llega temprano…llega precisamente a la hora que quería llegar”

Esa línea se aplica, en la realidad, solamente a Dios. 

Solo Él conoce el momento exacto y perfecto para que las cosas sucedan. Cuando nos sometemos a Su voluntad, nos va moviendo a través de la vida como piezas fundamentales para estar en el momento oportuno para ser de bendición o para ser bendecidos (En ambos casos siempre ganamos algo)

Dios tiene todo planeado. Maneja los tiempos a la perfección. En algún gigantesco calendario tiene marcados el día, la hora y el minuto en que nacemos y en que dejamos este mundo.  
Hasta tiene marcado el día exacto en que la Tierra cambia, en que nacen “cielos nuevos y tierra nueva”

En esta vida, la gente suele estar segura de una cosa por sobre todas: No hay nada seguro. 

Hay gente que se despide de su casa para irse a trabajar o incluso a la tienda por un helado y ya nunca regresa, como le pasó  al actor Paul Walker, estrella de la serie de películas  "Rapido y Furioso", donde en un momento está despidiéndose de personas en un evento de caridad y minutos después yace en llamas bajo los hierros retorcidos en un paradójico accidente automoilístico.

La vida es incierta. Millones vivieron aterrados en la época de la Guerra Fría esperando los misiles que nunca llegaron. En los ochenta, el temor global era que alguien “apretara el botón” y todos nos volviéramos, en el mejor caso, mutantes apocalípticos regresando a la edad de piedra.

Los humanos vivimos con miedo, pensando, sabiendo y  entendiendo algo: realmente no tenemos el control de nada. Y por eso pasamos toda la vida trabajando y buscando cosas que nos den la sensación de control: poder, status, los mejores planes médicos y de retiro. 

Pero todo eso puede desvanecerse cuando te dicen que un organismo microscópico llamado bacteria se metió en la nariz de tu hijo y horas después, tu niño que corría feliz por el parque, yace inerte bajo la sabana oscura de la fría morgue de un hospital que no pudo salvarlo y por el que pagabas la mitad de tu sueldo.

Y no es que este mal planear, al contrario, debemos ser responsables y hacer lo que este a nuestro  alcance para darles seguridad a nuestros seres queridos, pero, al fin y al cabo, eso no nos asegura que todo acabara bien y tal incertidumbre puede quitarle el sueño a cualquiera.

Bueno, a cualquiera que no pone a Dios en esa ecuación.

Porque la buena noticia es que en un mundo caótico, Dios sigue teniendo el control.  
El es lo único seguro en un mundo inseguro. Felipe pudo relatarle al etíope todos los eventos escritos sobre Jesús porque se cumplieron, porque sucedieron. Nada de lo que Dios predijo faltó a la cita divina.

No sabemos lo que ocurrirá en el próximo minuto de nuestras vidas pero Dios si lo sabe. Y puede guiarnos a través de los caminos inseguros del mundo como guió a Felipe hacia el Etíope.

Para los que amamos y tenemos fe en Dios, el mundo puede cambiar de ser un sitio peligroso a ser un sitio donde la misericordia y el amor divino se desenvuelven delante nuestro cada día.  A veces ese camino incluye dolor y podemos no entenderlo en un principio, pero podemos estar seguros que hay un fin mejor en todo eso y un propósito de parte de Dios.

Jesús no fue sorprendido ni un instante por Satanás y el mundo. El sabía exactamente lo que iba a sucederle a cada paso que se acercaba más y más a la cruz. Sabía lo que padecería, sabía el precio a pagar y no fue inmune al dolor, al sufrimiento y al miedo del castigo que enfrentaría por ti y por mí. Pero también conocía el final de la historia y el propósito de ese momento. 

El dolor, la agonía y la muerte dieron paso a la resurrección, la majestad y la libertad.

Así como Diego en ese aeropuerto y como el etíope en el desierto, también nosotros somos viajeros constantes en esta vida.
El único que nos puede llevar a  destino a pesar de los pronósticos de tormentas, en un viaje sin demoras ni cancelaciones, sigue siendo Dios, así que:  a ajustarse los cinturones y ¡A disfrutar del viaje!





REFERENCIAS BÍBLICAS:

HECHOS 8

APOCALIPSIS 21

ISAIAS 7 y 9

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