Durante
el apogeo del Imperio Romano, se construyeron muchos caminos para facilitar el
movimiento de las legiones militares. Todos
partían de Roma y regresaban a ella.
Quizá alguien respondió una pregunta o quizá lo dedujo por observación, pero como sea, en algún momento, a alguien se le prendió el foquito y llegó a la conclusión que : "todos los caminos conducen a Roma" y desde allí, este dicho se fue quedando y deformando hasta llegar al día de hoy donde la gente suele utilizarlo para decir que hagas lo que hagas, llegarás al mismo resultado.
Quizá alguien respondió una pregunta o quizá lo dedujo por observación, pero como sea, en algún momento, a alguien se le prendió el foquito y llegó a la conclusión que : "todos los caminos conducen a Roma" y desde allí, este dicho se fue quedando y deformando hasta llegar al día de hoy donde la gente suele utilizarlo para decir que hagas lo que hagas, llegarás al mismo resultado.
En
la práctica, eso no es cierto. No todo lo que haga dará el mismo resultado. Si lanzo una piedra al norte, no llegará al sur.
Si tomo un bus hacia Veracruz, no llegaré a México. Si escojo el camino al infierno,
no llegaré al cielo.
El
camino a Dios es a través de Su Hijo Jesucristo. Y aunque es un camino estrecho, es la única senda por la que los creyentes transitamos por igual.
Sin embargo, esa avenida tiene “calles” por donde cada uno es llevado conforme al propósito que Dios tenga para cada uno. Es el plan que la voluntad de Dios ha diseñado y es totalmente personal.
Es como si en el gran mapa de la voluntad de Dios hubiera millones de rutas diferentes. Cada ruta está destinada a una persona para que esta cumpla ese plan mientras camina por la "avenida de la Salvación" hacia el encuentro final con Dios.
Sin embargo, esa avenida tiene “calles” por donde cada uno es llevado conforme al propósito que Dios tenga para cada uno. Es el plan que la voluntad de Dios ha diseñado y es totalmente personal.
Es como si en el gran mapa de la voluntad de Dios hubiera millones de rutas diferentes. Cada ruta está destinada a una persona para que esta cumpla ese plan mientras camina por la "avenida de la Salvación" hacia el encuentro final con Dios.
Y a veces, en esa carretera, Dios nos regala compañía.
De pronto, conocemos otras personas cuya ruta puede confluir con la nuestra. Quizá por un breve periodo, como si fuera un cruce de caminos o quizá por un largo tiempo. Pero, aunque caminemos muchos kilómetros juntos, Dios nos espera en la meta que a cada uno le toca y tratará con cada uno por separado, usando esa ruta para transformarnos, pues nunca la caminaremos solos.
Jesús siempre va con nosotros y el propósito de caminar es el de relacionarnos con él y ser cambiados por su amor, su poder, su presencia.
De pronto, conocemos otras personas cuya ruta puede confluir con la nuestra. Quizá por un breve periodo, como si fuera un cruce de caminos o quizá por un largo tiempo. Pero, aunque caminemos muchos kilómetros juntos, Dios nos espera en la meta que a cada uno le toca y tratará con cada uno por separado, usando esa ruta para transformarnos, pues nunca la caminaremos solos.
Jesús siempre va con nosotros y el propósito de caminar es el de relacionarnos con él y ser cambiados por su amor, su poder, su presencia.
¿A
quién no le ha pasado que, yendo hacia un destino específico, quizá en las
vacaciones, se ha perdido?
Esto
es muy común, especialmente en las zonas que están mal señalizadas. Cuando nos pasa, lo usual es que nos acerquemos al primero que veamos para pedirle
información. El problema radica en que no todos tienen la información correcta
a mano y si confiamos en un dato erróneo, pronto podríamos estar con el auto en
el medio de la nada, sin señales y con solo algún pájaro ocasional para preguntarle.
Y salvo que el pájaro sea un loro, de seguro no nos dirá nada…
Y salvo que el pájaro sea un loro, de seguro no nos dirá nada…
Yo
vivo en una colonia llamada Coyoacán, en México. Es un barrio colonial muy
bonito pero está lleno de calles extrañas, algunas acaban en una pared, otras
se cortan y cambian de nombre, otras desaparecen y aparecen más adelante
nuevamente, otras cambian el sentido del tránsito de una cuadra a otra. Si uno
no se informa, puede estar mucho tiempo dando vueltas antes de llegar a la
dirección correcta.
Es
increíble la cantidad de creyentes que, en algún momento de nuestra vida, quizá sin
darnos cuenta, preferimos buscar una
frase alentadora en Facebook o leer un libro cristiano tipo “La Cabaña” que
leer la Biblia (Y conste que me encantó “La
Cabaña”)
No
hay NADA que reemplace la Palabra. Es cierto que Dios se puede comunicar con
nosotros de muchas maneras (Sino pregúntenle al profeta Balaam que un día se encontró exhortado de
parte de Dios por su propia burra) Sin embargo, todos serán siempre
complementos de la Palabra, no reemplazos de la misma. La voluntad de Dios
comienza y está contenida en la Biblia.
A
veces también por comodidad, a veces por falta de fe, pero como sea, en algún momento
acabamos tras un pastor, un consejero, un amigo, tratando que nos dé el mapa
correcto y sucede que ese mapa nos lo quiere dar Dios. El siempre nos revela su
Voluntad.
Esta una promesa en la Biblia que siempre se cumple. Dios es luz y no
nos deja en la oscuridad. Aquí el mayor peligro esta que caigamos en manos, a
veces bien intencionadas, de alguien que “sienta” que demos hacer esto o lo
otro conforme a su propia agenda y eso nos sacará de nuestra ruta para
transitar la de esa persona. Un error de estos puede convertirse en un gran
problema, especialmente si estuviésemos siguiendo a un lobo disfrazado de oveja
o si nos mete en yugo desigual con una pareja que no era la que Dios tenia para
nosotros.
No
hay que temer ni desmayar cuando necesitamos guía de parte de Dios. El siempre
nos revelará su voluntad y la confirmará de todas las maneras necesarias y en
forma personal. Recordemos siempre que fue El quien se acercó a nosotros y nunca más se alejó.
¿Y si conozco claramente cuál es la ruta señalada por Dios pero no me acaba
de gustar y “siento” que es mejor tomar la ruta de otra persona?
Cuando
esto sucede, nos encontramos cambiando las cosas y acomodándolas de manera que
nos gusten. Y esto es muy sutil y por lo mismo, muy peligroso, porque no es que
estamos en el camino del pecado, pues podríamos estar en el camino de Dios,
haciendo cosas para Dios, pero el problema está en que no es lo que Dios quería
que hiciéramos en primer lugar.
Satanás
mismo tentó a Jesús para que convirtiera las piedras en pan durante su ayuno en
el desierto y ciertamente Jesús podía hacer eso, pero no era la voluntad de su
padre en ese momento.
Si no estamos claros en reconocer y aceptar la voluntad de Dios para nuestra vida, corremos el riesgo que el mismo Satanás nos guie a un ministerio o trabajo o actividad adonde no tenemos lugar.
¿Qué pasará? No seremos efectivos ni dejaremos serlo a otros y el que ganará en ese revoltijo no será otro que el diablo mismo.
Si no estamos claros en reconocer y aceptar la voluntad de Dios para nuestra vida, corremos el riesgo que el mismo Satanás nos guie a un ministerio o trabajo o actividad adonde no tenemos lugar.
¿Qué pasará? No seremos efectivos ni dejaremos serlo a otros y el que ganará en ese revoltijo no será otro que el diablo mismo.
Nuestros
sentidos nos pueden engañar. Nuestros pensamientos nos pueden engañar. Solo
Dios sabe la verdad. Solo Dios sabe si bajo una apetecible fruta se esconde un
amargo gusano...
Una
tarde, en medio del desierto, un tío y su sobrino se dispusieron a dividirse la
tierra que tenían por delante para no andar pisándose los callos entre la gente
de ambos.
Abraham, guiado por la voluntad de Dios, se quedó en Canaán. Lot, guiado por sus ojos y sus propios deseos, pensó que prosperaría en la llanura porque se “parecía a la tierra de Egipto” y puso sus tiendas junto a la ciudad de Sodoma.
Todos sabemos el resultado de estas elecciones: Dios bendijo a Abraham en la tierra de Canaán y Lot sufrió la maldad de los habitantes de Sodoma y Gomorra hasta que los ángeles enviados por Dios lo rescataron antes de la destrucción de esas ciudades.
Abraham, guiado por la voluntad de Dios, se quedó en Canaán. Lot, guiado por sus ojos y sus propios deseos, pensó que prosperaría en la llanura porque se “parecía a la tierra de Egipto” y puso sus tiendas junto a la ciudad de Sodoma.
Todos sabemos el resultado de estas elecciones: Dios bendijo a Abraham en la tierra de Canaán y Lot sufrió la maldad de los habitantes de Sodoma y Gomorra hasta que los ángeles enviados por Dios lo rescataron antes de la destrucción de esas ciudades.
La
ruta que Dios nos ha trazado sólo la conoceremos transitándola.
Muchas veces
estamos en la ruta correcta y sabemos exactamente hacia dónde vamos, pero
aparecen cruces y desviaciones en el camino que no comprendemos; sin embargo, Dios sigue teniendo el control de la situación y conoce perfectamente como llevarnos a la meta.
¿Quién iba a decir
que un humilde pastorcito que alababa a Dios en la soledad de una montaña junto
a sus ovejas iba a convertirse en el rey más famoso de Israel? ¿Y qué me
cuentan de ese bebé israelita que va flotando dentro de una canasta entre las
peligrosas aguas del Nilo? ¿Alguien podía asegurar al verlo pasar que este iba
a convertirse en el caudillo que guiaría a los israelitas lejos de la
esclavitud? ¿Y ese pescador medio bruto y terco como una mula?: Uno de los
pilares de la iglesia. Y así la lista sigue.
Solo
Dios conoce el recorrido completo que nos ha trazado para cada uno.
Es un camino de fe y Dios siempre nos equipa para la travesía y camina junto a nosotros, así como Jesús compartió el camino con ese par de discípulos tras su resurrección.
A cada paso que avancemos, el Espíritu Santo de Dios estará guiándonos y enseñándonos. Así como no todos los caminos llevan a Roma, no todos los caminos son para que los transitemos.
Es un camino de fe y Dios siempre nos equipa para la travesía y camina junto a nosotros, así como Jesús compartió el camino con ese par de discípulos tras su resurrección.
A cada paso que avancemos, el Espíritu Santo de Dios estará guiándonos y enseñándonos. Así como no todos los caminos llevan a Roma, no todos los caminos son para que los transitemos.
Para ese viaje personal, hay un camino trazado con amor. Porque en la “avenida de la Salvación” por donde
todos transitamos en este mundo hacia el encuentro cara a cara con Dios, hay reservado
un viaje especial, una travesía única que nuestro Creador ha escrito
especialmente para cada uno de sus hijos.
El
itinerario no estará exento de algún contratiempo o de algunos momentos duros, pues el mismo Jesús en su vida nos dió ejemplo claro de que esas cosas pueden pasar. Pero, así como le sucedió a un grupo de pescadores en una noche tormentosa
donde las aguas revueltas iban a acabar su viaje, Jesús siempre estará a tiempo
para tomar el timón de nuestras vidas ¡y llevarnos a destino!
Pablo
Monlezun
Un solo camino, una sola verdad
REFERENCIAS
BIBLICAS
ROMANOS
12
GENESIS
13
NUMEROS
22
MATEO 4
MATEO 14
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pescador
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