MARTINA NO QUIERE ESTAR SOLA

Con mi perrita Poodle Martina sucede algo que nunca me había sucedido con ningún otro perro que haya tenido. Un buen amigo la encontró en la calle, cerca de su casa y, como sabìa que estábamos en búsqueda de una mascota, me avisó y fui a recogerla. Como no parecía criada en la calle, asumimos que se perdió en algún momento y así anduvo, quizá por semanas, hasta que llegó a nuestra vida. 
Nosotros  adjudicamos esa “peculiaridad” a alguna especie de trauma, quizá porque se perdió, quizá porque el tiempo en la calle fue duro, pasándola sola y asustada…quizá sus dueños anteriores fueron desleales y la abandonaron...
Como sea, Martina, desde que llegó a mi casa, ha demostrado ese peculiar comportamiento, el cual,  a modo de nombre científico, denominaré: “Martina no puede estar sola”

Si estoy en la casa, Martina se vuelve mi sombra y me sigue literalmente a todas partes. Si subo, ella sube. Si bajo, corre detrás de mí, si me siento en el escritorio, se echa en un hueco que descubrió y allí dormita, si salgo al jardín, sale…

Si entro a bañarme, Martina comienza a llorar detrás de la puerta…

Incluso duerme en mi cama y es especialmente feliz cuando se pega a mí toda la noche.

                                        MARTINA ESPERANDO AFUERA DEL BAÑO

                                                   MARTINA EN EL ALMUERZO

                                            AYUDÁNDOME A PENSAR A LAS 3 AM...

                                              ADUEÑÁNDOSE DE NUESTRA CAMA

                                      ¿ADONDE VAS SIN MIIIIIIII?

Cuando por alguna razón debos salir y la dejo un rato sola en la casa, al regresar Martina enloquece de felicidad al verme, me hace todo tiempo de fiestas y llora. Llora desgarradamente cual actriz de telenovela, de la emoción de que ya no estará más sola.

                                  MARTINA HACIENDO SU ESCENA 
                                DE REENCUENTRO TELENOVELERO

¿Por qué a veces no somos así con Dios? David decía que ANHELABA estar en la presencia de Dios, en sus atrios, en su templo… (Salmo 84) Anhela, añora..¿Por que  a veces no siento lo mismo por Dios que Martina siente por mí?

¡Cuántas voces, cuanto ruido hay a nuestro alrededor que siempre intentan interponerse entre Dios y nosotros!  Luego, en la calma, pienso y comparo lo que Dios ha hecho por mi contra lo que el mundo me da  y entiendo a David. ¿Cómo no anhelar estar en su presencia?

Los discípulos anhelaban ver a Jesús, los niños anhelaban seguirlo. Jesús era magnético y atraía a todos a él como aun hoy lo hace.

Una vez el músico Jhon Lennon dijo: “La vida es aquello que sucede mientras estamos ocupados en otras cosas…”

¿Cuales son aquellas cosas que me impiden darme cuenta del acceso que tengo a Dios?

A veces, los problemas,  los proyectos sin sentido de la vida, preocupaciones buenas y malas y hasta labores aparentemente espirituales nos desconectan de la comunión con Dios y nos hacen olvidar de lo que significa tener las puertas abiertas de la casa de Dios 24 x 7.

Juan entendió esto muy claro. Era el discípulo más joven. En la noche en que el maestro compartía su última cena, en la noche más intima entre Jesús y sus discípulos, Juan estaba recostado cerca del pecho de Jesús. 
Mientras que el resto de los discípulos estaban más interesados en saber quién era el traidor entre ellos…Juan solo disfrutaba de la presencia de Jesús…como David.

Martina, aun siendo un perro, tiene algo muy claro: ella anhela estar junto a los que quiere y esa es su felicidad en este mundo.

Y si Martina (y estoy imaginando) hace esto en respuesta al amor que recibió cuando fue rescatada de vivir en la calle recibiendo casa, comida y amor… ¿Por qué nosotros no somos siempre así con Dios?

¿Acaso nos hemos olvidado de donde nos rescato Dios? El salmista dice que Dios rescató nuestra vida de un pozo. 
Allí estábamos. Imaginemos un pozo oscuro y frio, tan profundo que no vemos la salida. Allí encerrados, viviendo en temor constante, en enfermedad… ¡Y un buen día Dios llega y nos saca y nos limpia, nos cura las heridas,  y nos lleva a su casa y nos da un nombre y un lugar para vivir!

Si te tomaste el tiempo para leer este blog, voy a pedirte todavía un poco más: Tomate unos minutos y repasa la vida en el “pozo”. 
A veces, y especialmente cuando ya llevamos años de ser cristianos, olvidamos de donde hemos venido. Regresa un momento a tu propio pozo, recuerda todo ese dolor del cual Dios nos saco, recuerda  lo que era nuestra vida sin Él.

Y luego, salte del pozo (¡porque El ya nos sacó!) y juntos  recordemos todas las cosas maravillosas que Dios ha hecho por nosotros y cuanto nos demuestra su amor incondicional, su lealtad y bondad  cada día y  dejando de mirar por un rato las cosas de este mundo que hoy están y luego desaparecen, tengamos un corazón agradecido, que anhele Su presencia todo el tiempo…

Como David que anhelaba estar en la presencia de Dios.

Como Juan que no quería despegarse del corazón de Jesús.

Como Martina que no quiere estar sola nunca más.

Pablo Monlezun

REFERENCIAS BÍBLICAS:

Salmo 84

Salmo 103

Juan 23

                                                       

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